LOS BIZCOCHONES DE LA TÍA ANTONIA, por Elsa López
- mamafilmsinfo
- 9 jun
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Actualizado: 10 jun

LOS BIZCOCHONES DE LA TÍA ANTONIA
Les parecerá extraño, pero realmente de lo que quiero hablar hoy es de los bizcochones de la tía Antonia. De su sabor a naranjas, de sus granitos de anís, de la taza de aceite, del olor a ralladura de limón que inundaba el patio y llegaba a la Plaza de El Planto. Y del momento cumbre cuando el horno se hacía pequeño y aquella maravilla alcanzaba alturas prodigiosas mientras ella iba de acá para allá, siempre trabajando, trabajando sin descanso, mientras el bizcochón crecía y crecía y su aroma se filtraba por las paredes de la casa hasta llegar a nuestros corazones.
La tía Antonia olía a clara de huevo batida con azúcar. Olía a pelo recién lavado y a manos limpias sobre el delantal. La tía Antonia era la reserva del escuadrón familiar a la que uno acudía cuando las batallas parecían estar perdidas. Ella era el cariño sin necesidad de explicaciones. A su generosidad le sobraban las explicaciones. Las cosas eran como eran y ella aceptaba esa condición de las cosas. Te quería y te aceptaba como eras. Y contigo aceptaba lo que hacías, la gente que te acompañaba y las decisiones que tomaras. Fueran las que fueran.
Cuando llegaba el verano, yo volvía a La Palma, a la abuela, al Planto, a los amigos de la infancia y a la tía Antonia y su dulce costumbre de recibirnos con los brazos abiertos y la cocina llena de olores. Porque la tía Antonia olía a bizcochones y a plátanos con gofio y azúcar. Y las puertas de su casa y de su corazón se abrían de par en par para acoger a quien llamara a ellas. La tía Antonia te ofrecía el mejor buchito de café y el trozo más grande de bizcochón que uno pudiera soñar.
Nunca sabrá lo que aquel dulce vino a significar en la vida de algunos de nosotros. Cómo la hemos recordado cuando estábamos lejos, cuando derivábamos de puerto en puerto sin hallar refugio alguno y nos faltaban el calor y la ternura y cómo, en aquellos difíciles momentos, nos venía a la memoria el esponjoso dulzor de aquel postre y el significado que llegó a tener en nuestras vidas. Porque los bizcochones de la tía Antonia eran algo más que un plato de repostería: eran un claro mensaje de cariño. Ella nos daba lo mejor de sí misma en aquel pedazo de espuma azucarada y cuando cortaba un pedazo de aquel manjar y lo entregaba como quien ofrece su corazón, el dolor y la tristeza se diluían lentamente en nuestra boca. Siempre hubo un pedazo para todo el que pasara por su puerta. Ella la dejaba entreabierta para que pudieras pasar por ella con lo que trajeras en brazos. Tus hijos eran algo suyo. Tus pesares, los suyos. Tus amigos, los suyos. Y sin decir una palabra. Sin necesidad de ellas. Silencioso, inexplicable, el amor de la tía Antonia. Sin aspavientos, sin ruido. Ni una palabra de más que pudiera despertar en ti la sospecha de su complicidad.
“Hola, tía Antonia”
“Adiós, tía Antonia”
Y seguías corriendo cuesta abajo con un buen trozo de cielo amarillo entre los dedos. Y atrás quedaba ella viendo cómo te alejabas. Sabiendo que te alejabas y que ibas a volver. Que, ocurriera lo que ocurriera, tú ibas a volver y ella seguiría esperándote.
Elsa López

Amada Elsa López Rodríguez : Catedrática y Doctora en filosofía. Doctora Honoris Causa de la Universidad de La Laguna. Académica Honoraria de la Academia Canaria de La Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. Hija Adoptiva de la Isla de La Palma y Embajadora de Buena Voluntad de la Reserva de La Biosfera Isla de La Palma ante la UNESCO. Medalla de Oro del Gobierno Canario 2016, Premio Taburiente 2018, Premio Emilio Castelar 2019, Premio Canarias de Literatura 2022 y Premio Victorina Bridoux de las Letras 2023. Ha obtenido el Premio de Investigación José Pérez Vidal, Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Melilla”, Premio Internacional de Poesía “Rosa de Damasco”, Premio Nacional de Poesía “José Hierro” y Premio de Poesía “Ciudad de Córdoba Ricardo Molina”. Sus poemas han sido traducidos al árabe, francés, inglés, alemán, italiano, neerlandés, sueco, portugués y armenio.



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