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PAN DE HELECHO

Imagen de Lucas de Saá Rodríguez, reproducida en el número 6 de la revista Rincones del Atlántico
Imagen de Lucas de Saá Rodríguez, reproducida en el número 6 de la revista Rincones del Atlántico

Para hacer pan de helecho hoy en día, necesitamos adentrarnos en zonas de monteverde degradadas, en pinares húmedos no protegidos, en lindes de fincas, huertas y cultivos abandonados. Ahí es donde abundan las helecheras, símbolo de resistencia de un pasado de barranco y agua, del frescor del período denominado Carbonífero, hace más de 350 millones de años.


Necesitamos tomar la raíz del helecho, cuando la hoja amarillea, entre septiembre, octubre y noviembre, pero siempre antes de que brote la nueva hoja. Secar al sol las raíces, a resguardo de la lluvia, de 10 a 20 días. Y después, con una rama de brezo, barrerlas, es decir, limpiar la tierra, el musgo y el polvo de su corteza . De este modo, las raíces pueden tostarse y molerse, para extraer de ellas, la harina de helecho con la que podremos hacer nuestro pan.


Así hacían muchas personas en La Palma en épocas de hambre de hecho, donde el dinero y otro tipo de harinas escaseaban. Así como en Canarias y en algunas zonas de España, bajo los mismos síntomas de escasez, con sus raíces, sus bulbos, sus tubérculos y rizomas, para preparar en las cocinas de carbón o leña, y hornos de piedra, sus tortas de helecho.


Helecho escarchado, Denise Westmoreland
Helecho escarchado, Denise Westmoreland

Así hacían también y sobre todo lxs palmerxs, durante y después de la guerra civil española (1936-1939), siguiendo una costumbre tan antigua al parecer, como la historia de vida de sus ancestrxs prehispánicxs, quienes conseguían las raíces de helecho en barrancos de agua cristalina, donde ahora, se prohibe su extracción, dada la vulnerabilidad de sus ecosistemas húmedos.


Los helechos además, contienen propiedades medicinales. El rizoma, es decir, el tallo horizontal y subterráneo del que nacen las raíces, es un excelente diurético. Los emplastes de las hojas sirven para el tratamiento de golpes de la musculatura y el esqueleto. El mucílago o parte viscosa del interior del pecíolo, ese rabito de la hoja por el cual se une al tallo, se aplica a quemaduras. La hojas en decocción también pueden tratar enfermedades infecciosas y parasitarias, como lombrices o amebas en el tracto digestivo, incluso en niñxs, para reducir las diarreas.


En veterinaria asimismo, gracias a un preparado de linimento después de freír el tallo en aceite, cura heridas cutáneas en los animales. También el líquido resultante de la decocción de las hojas y el rizoma se ha utilizado en el sur de España como vermífugo, para expulsar la tenia.


En agricultura biológica, las hojas frescas también se utilizan como insecticida natural, sobre todo contra las pulgas y la eliminación de plagas.



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